Por: Alonso Burgos*
Tupac Amaru en el facebook
Hace unos meses, varios estudiantes sanmarquinos hacían comentarios elogiosos por el facebook sobre una imagen clásica de Tupac Amaru, en la cual este es arrastrado por cuatro caballos atados a sus extremidades. Los comentarios se siguieron dando aproximadamente por unas tres semanas.
Por este mismo medio, tuve una discusión bastante amena, con un amigo y colega mío sobre Tupac Amaru y la pertinencia de reivindicarlo como un símbolo que genere una identidad en procesos de cambio social. Mi amigo y colega planteaba que era un “símbolo ingenuo” porque era parte de la historiografía oficial que nos enseñan en el colegio. Por el contario, yo y otros amigos sosteníamos que el movimiento de Tupac Amaru fue producto de las contradicciones que generó el régimen colonial y que su rebelión fue contra ese régimen. Asimismo, que la reivindicación de su figura en la actualidad no parte de una voluntad nuestra de “autoideologizarnos “, sino que es producto de la resistencia de los pueblos, que se manifiesta en los cantos, poemas, cuentos, nombres de movimientos políticos, artísticos, etc. Es decir, lo que constituye la memoria colectiva.
El presente ensayo no pretende hacer un estudio historiográfico del movimiento de Tupac Amaru II en el siglo XVIII, sino más bien presentar las formas en que su figura y su movimiento son representados en la memoria colectiva contemporánea de las clases populares. También, es un intento de actualizar algunas ideas de Alberto Flores Galindo sobre la utopía andina.
Las implicancias de la memoria colectiva
La memoria colectiva es un concepto que fue utilizado por el sociólogo francés Maurice Halbwachs para designar el proceso social de reconstrucción del pasado vivido por un determinado grupo social, comunidad o sociedad. (1) La memoria colectiva es múltiple y cambiante, porque se transforma conforme va siendo actualizada por los grupos que la recrean en sus diversas vivencias.
Sin embargo, habría que precisar que no existe una memoria colectiva, sino memorias colectivas. Y más aun si estamos en una sociedad de clases. La memoria colectiva de las clases dominantes es distinta a la de las clases explotadas. Mientras que las primeras recrean personajes, acontecimientos o hechos que están en el marco de la oficialidad, lo “formal” y lo que se considera “civilizado”, los segundos recrean el pasado de héroes populares o hechos que han tenido como protagonistas a personajes populares por lo general marginados. También, puede suceder que sobre un mismo hecho social se generen dos o más visiones distintas, de acuerdo a los interese de los grupos que actúan dentro de una determinada sociedad. Existe una constante lucha entre las memorias de las clases dominantes y las clases populares por ganar la hegemonía en el colectivo social. Este es el caso de Tupac Amaru II y su movimiento.
Tupac Amaru en cuatro actos
La imagen de Tupac Amaru surge en la memoria colectiva de las clases populares, principalmente indígenas-campesinos, con el mito de inkarri. A raíz de la cruel ejecución del último de los incas de Vilcabamba en resistir contra la corona español –se dice que su cabeza fue cercenada de su cuerpo en un acto público– comienza a construirse la idea de que las partes del inca se van a juntar y que al ocurrir esto se retornará a una época de paz, superando la era de caos y desorden que trajo la conquista.
Este constituye el primer momento, el que dará origen a la memoria colectiva sobre Tupac Amaru. Ciertamente tiene un antecedente inmediato es la conquista española, que como bien señalaba José Carlos Mariátegui fue “el primer hecho traumático de nuestra historia” (2), ya que significó la sujeción total de la sociedad del Tahuantinsuyu a un nuevo orden político, económico, social e ideológico.
Entonces, parecía que al acabar con el ultimo inca de Vilcabamba el imperio español por fin habría de domar los andes y consolidar su poder. Pero, una vez más la memoria colectiva jugó un papel importante.
José Gabriel Condorcanqui, cacique de Surimana y Tungasuca, tomó el nombre de Tupac Amaru porque se reclamaba descendiente del último de lo incas de Vilcabamba. Su movimiento revolucionario, que inicia acciones en 1780, tuvo un carácter continental y articuló a indios, mestizos y criollos en un solo frente anticolonial cuyo programa político se sintetizaba en tres puntos principales según los señalado por Alberto Flores Galindo: 1) La expulsión de los españoles, lo que implicaba la supresión de los corregimientos y repartos, la abolición de la Audiencia y el virrey y la ruptura de todo lazo de dependencia con la corona española; 2) la restitución del imperio incaico teniendo como descendientes a los miembros de la aristocracia cusqueña; 3) la introducción de cambios sustantivos en la estructura económica como son la supresión de la mita, eliminación de las grandes haciendas, abolición de las grandes haciendas, abolición de las alcabalas y aduanas y libertad de comercio (3).
La revolución tupacamarista se expandió rápidamente del Cusco al alto y bajo Perú. Sin embargo, las contradicciones político militares entre los distintos sectores que componían movimiento la debilitaron e hicieron que esta fuera debelada y Tupac Amaru y su estirpe ejecutados. (4). Algunos líderes locales como Tupac Katari y Diego Cristóbal continuaron peleando, pero al poco tiempo fueron igualmente derrotados.
De ahí en delante se prohibiría pronunciar el nombre de Tupac Amaru y todo lo relacionado a lo andino. Así se trunca, según Alberto Flores Galindo, la posibilidad de construir un proyecto nacional, que rescatara la identidad andina y popular. (5)
Hasta aquí, dos hitos fundamentales en la memoria colectiva sobre Tupac Amaru. Esta memoria, como bien señala Flores Galindo (6), es fundamentalmente oral El mito de inkarri y la imagen de Tupac Amaru y su movimiento se mantiene gracias a la memoria oral, que es trasmitida de generación en generación.
La importancia histórica de la revolución tupacamarista fue dejada de lado por casi dos siglos. En los años setenta del siglo XX, con el Gobierno Revolucionario de las fuerzas Armadas liderado por Juan Velasco Alvarado, la imagen de Tupac Amaru se vuelve parte de la oficialidad siendo uno de los principales símbolos de ese régimen. Se da, entonces, un tránsito de lo marginal a lo oficial. La figura de Tupac Amaru con sombrero y cabellos largos se convirtió en el símbolo oficial del gobierno, aparecía en afiches, reproducida en los muros, y por supuesto, en los textos escolares. Por primera vez, este personaje pasaba a tener un rol importante en la historiografía oficial.
Esto respondía a la necesidad de representar la imagen de un gobierno que se autodenominaba nacionalista, que había hecho efectiva por primera vez la reforma agraria, que había nacionalizado las principales empresas estratégicas, que había mejorado el sistema educativo, entre otras cosas. Qué mejor que la figura de Tupac Amaru, quien fuera el primero en plantearse un proyecto nacional.
Por supuesto, todos estos cambios venían también influidos por las políticas económicas internacionales. Las viejas economías semifeudales no le eran más necesarias a los grandes poderes económicos del imperialismo. Era preciso buscar un nuevo modelo que acabara de una vez por todas con estos rezagos del régimen colonial: el modelo de sustitución de importaciones. Además, era necesario frenar la ola de rebelión que había en América Latina, y que con el triunfo de la revolución cubana se acrecentaba más y más. Ya se habían dado en Perú las experiencias guerrilleras del 65, que enarbolaban la bandera de la reforma agraria. Una revolución desde arriba, hecha por los militares era lo que la emergente burguesía intermediaria necesitaba para acabar con el viejo latifundismo y gamonalismo y posicionarse en el nuevo orden mundial.
De todas maneras el gobierno de Velasco le cambió el rostro al país. De hecho la radicalidad de sus reformas hacen que sea derrocado por Francisco Morales Bermúdez, quien da marcha atrás a las reformas iniciadas por Velasco. Nuevamente la imagen tupacamarista pasará a la marginalidad.
Más adelante, Tupac Amaru resurgirá otra vez en la memoria colectiva. Esta vez como símbolo de un movimiento guerrillero. Se da un tránsito en la historia y en la memoria colectiva. Del inca rebelde de Vilcabamba al mito andino popular, del mito andino popular al movimiento revolucionario de su sucesor, de este a la oficialidad velasquista y de allí a un movimiento guerrillero.
Entre 1982 y 1984 el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) inició sus primeras acciones armadas en las ciudades de Lima y Huancayo. Parte de su influencia política y sus formas de operar la recogía del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros de Uruguay, organización político-militar de los años sesenta que también reivindicaba la figura del cacique rebelde.
La aparición de un nuevo movimiento subversivo, distinto del PCP-SL, que en 1980 había iniciado una guerra contra el Estado peruano, llamó la atención de los medios de comunicación y de la población en general. De hecho el MRTA intentó diferenciarse del PCP-SL, tanto en sus acciones armadas, como en su actitud frente a las fuerzas de izquierda inmersa en la dinámica electoral, con la cual trató de mantener una actitud dialogante.(6)
El pico más alto de las acciones armadas realizadas por el MRTA, así como su mayor crecimiento se dieron durante la década de los 80. En los 90 fueron capturados sus principales dirigentes y diezmada gran parte de su organización nacional. Sin embargo, el MRTA volvería a aparecer nuevamente en 1996 con la toma de la residencia diplomática de Japón y el secuestro de su embajador Morihisa Aoki y personalidades importantes de la política peruana. Esta acción, liderada por el ex dirigente obrero Néstor Cerpa Cartolini puso en jaque al gobierno dictatorial de Alberto Fujimori, quién en 1997 tuvo que recurrir a las fuerzas armadas para rescatar a los rehenes y liquidar a los guerrilleros emerretistas, a pesar de que estos estaban dispuestos a negociar una solución pacifica. Este sería el fin del MRTA.
Memoria colectiva y hegemonía
Ya entrado el siglo XXI la imagen de Tupac Amaru sigue causando sobresalto entre quienes detentan el poder. El 4 de noviembre del 2006, simpatizantes del Movimiento de Liberación 19 de Julio fueron detenidos en Lima por la Policía Nacional del Perú y llevados a la Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE) por hacer pintas conmemorativas a Tupac Amaru. Fueron acusados de emerretistas a pesar que en las pintas figuraba la sigla de la organización con la cual simpatizaban: ML-19. Este caso fue bastante publicitado en las primeras planas de los diarios de corte amarillista (7). Después de casi una semana los autores de las pintas fueron absueltos, al no encontrase pruebas de su pertenecía al MRTA.
En la celebración de fiestas patrias del 2010, el publicista Fernando Iyo colocó en su departamento de Miraflores una bandera con el rostro de Tupac Amaru dibujado por el reconocido artista plástico Cherman. La policía intervino la residencia del publicista, lo detuvo y le obligó a retirar la bandera de Tupac Amaru por considerar que hacía ”apología al terrorismo” (8). Al igual que en el caso anterior, la policía tuvo que liberar por falta de pruebas a Iyo, quien recibió amplias muestras de solidaridad por el facebook (9) y otras vías.
¿Por qué este temor frente a un símbolo como Tupac Amaru? ¿Qué sentimientos genera Tupac Amaru en los sectores dominantes?
Sin duda, en la memoria colectiva de las clases dominantes Tupac Amaru es sinónimo de violencia, terrorismo y vandalismo. Estas asocian a Tupac Amaru a la reforma agraria de Velasco y al periodo de violencia política. Dos duros golpes para estos sectores. El primero porque cambio radicalmente el orden económico y social del país, y el segundo porque inició un proceso de radicalización que devino en una guerra interna contra el Estado peruano.
Existe una lucha entre la memoria colectiva de las clases dominantes y la de las clases explotadas o grupos subalternos por tener la hegemonía del colectivo social Generalmente es la segunda la que se impone, por tener el control del Estado y sus medios de reproducción ideológica. Pero la memoria colectiva popular se reproduce y se renueva gracias a la tradición oral, y ahora también a la utilización de medios de comunicación masivos como el inernet. Es interesante como los sectores explotados de la sociedad aprovechan los resquicios que dejan los sectores dominantes para ofrecer una información alternativa que reivindica los héroes populares y que genera una identidad de cambio social. Sobre esto hablaremos mas adelante.
La utopía andina y la memoria colectiva popular
El historiador Alberto Flores Galindo desarrolló el concepto de utopía andina para referirse a
“Buscar una alternativa en el encuentro entre la memoria y lo imaginario. La vuelta de la sociedad incaica y el regreso del inca. Encontrar en la reedificación del pasado la solución a los problemas de identidad.” (11)
Según lo citado la idea de progreso de los sectores andinos se encuentra en la vuelta al pasado glorioso de los incas. Así resolverían ellos sus problemas de identidad, que comenzó con la conquista española y persiste hasta nuestros días.
Esta idea también la desarrolla Walter Benjamin, uno de los miembros de la Escuela de Frankfurt, y es retomada por Slavoj Zizek. Este autor señala que:
“En contraposición con la procesión triunfal de vencedores que exhibe la historiografía oficial, la clase oprimida se apropia el pasado en la medida que este está “abierto”, en la medida en que “el anhelo de redención” ya actúa en el; es decir se apropia del pasado en la medida en que el pasado ya contiene-en forma de lo que fracasó, de lo que se extirpo- la dimensión de futuro (…)”(12)
Lo interesante de esto es que la visión de futuro de los vencidos o los explotados está en su pasado, al cual toman como modelo ideal al que aspiran.
Sin embargo, considero que lo que Galindo llamaba utopía andina es un recurso de la memoria colectiva popular para generar identidad entre los explotados. No creo que deba hablarse solo de una utopía andina, porque en la actualidad lo que antes los académicos y científicos sociales llamaban “cultura andina” no existe en su dimensión tradicional. Lo que existe es la cultura popular, que es producto de la interacción de una serie de elementos de mestizaje que han ido modificándose con el tiempo.
Memoria colectiva, identidad y medios de contra información
Habíamos señalado antes que la memoria colectiva se reproduce y se renueva por medio de la tradición oral y también por los medios de comunicación masivos como el internet. Aquí se genera una contradicción: por un lado las clases dominantes utiliza los medios de comunicación masivos para ejercer su dominación sobre los explotados, y ala vez abren resquicios a través de los cuales los explotados también pueden expresarse. Este es el caso del internet y los portales mas visitados que este abre (facebook, twiter, you tobe, etc).
Es importante tener en cuenta la tesis de Louis Althusser:
“Quien dice lucha de clase por parte de la clase dominante, dice resistencia, revuelta y lucha de clase, por parte de la clase dominada.
Por eso los AIE (Aparatos Ideológicos del Estado) no son la realización de la ideología en general, ni tampoco la realización sin conflictos de la clase dominante. La ideología de la clase dominante no es dominante gracias al cielo, ni tampoco en virtud de la simple toma del poder del Estado. Es dominante gracias a la consolidación de los AIE, en los cuales dicha ideología esta realizada y se realiza. Ahora bien, esta consolidación no ocurre pos si sola, sino que, por el contario, es el resultado de una enormemente dura lucha de clases ininterrumpida: primero contra las antiguas clases dominantes y sus posiciones en los antiguos y nuevos AIE, después contra la clase explotada.” (13)
En los aparatos ideológicos, los medios de reproducción de la ideología dominante, también se expresa la lucha de clases. Podemos usar estos medios en contra de la clase dominante. Y de todos los medios el internet es, paradójicamente, el mayor medio de reproducción de la ideología dominante, pero es a la vez, el más importante medio por el que se puede divulgar información alternativa con contenidos críticos, por el cual también se puede generar identidad y reproducir la memoria colectiva popular.
Mencionábamos al inicio que a Tupac Amaru se lo encuentra ahora en el facebook. Es posible generar identidad, por este medio, que es el mas visitado y el mas usado, rescatando la memoria colectiva de Tupac Amaru.
Es importante que la memoria colectiva de Tupac Amaru se reproduzca y renueve en las clases populares. El ejemplo histórico de Tupac Amaru y la identidad nacional y popular que este genera son elementos necesarios para un proyecto de cambio social.
(*)Antropólogo UNMSM
(1) HALBWACHS, Maurice. Fragmentos de la memoria colectiva. Athenea Digital- num. 2. otoño-2002.
(2) MARIATEGUI, José Carlos. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.
(3) GALINDO. Alberto Flores. Buscando a un inca. Identidad y utopía en los andes. Instituto de Apoyo Agrario. Lima, 1987. P. 112.
(4) Loayza plantea que Tupac Amaru II entendió muy bien la idea del frente y se propuso conformar un frente único antiespañol con todos aquellos sectores que lucharan contra la corona. Pero, su movimiento fue minado desde dentro con los errores político-militares que lo llevan a confrontase con los criollos y la generación de liderazgos locales que distorsionan su programa original rompiendo así el frente. LOAYZA, Daniel Iván. Contradicciones político-militares durante la revolución de 1780.Ediciones Historia. Lima, 2006.
(5) GALINDO. Alberto Flores. Op. Cit.
(6) Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Tomo II. Cap. 201. En: http://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/TOMO%20II/CAPITULO%201%20-%20Los%20actores%20armados%20del%20conflicto/1.4.%20El%20MRTA.pdf
(7) Ver diarios: Ojo, Aja, El Popular. 5-9 de noviembre del 2006.
(10) Tomamos el concepto althuseriano de reproducción ideológica. Los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) son las herramientas por las cuales se materializa y reproduce en la sociedad la ideología dominante ayudando a mantener a mantener un control eficaz sobre las clases explotadas. Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. En: ZIZEK, Slavoj. Ideología: un mapa de la cuestión. Fondo de Cultura Económica.
(11) GALINDO. Alberto Flores. Op. Cit. p. 18.
(12) ZIZEK, Slavoj. El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI editores. Mexico, 1992. p185.
(13) ZIZEK. Op cit.
(13) ZIZEK. Op cit.
Interesante, aunque habría que preguntarse hasta que punto son las "clases populares" las que reivindican la imagen de Túpac Amaru.
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